Las informaciones emitidas por un centro de decisión pueden multiplicarse en proporciones muy importantes. Sobre todo cuando son recuperadas y amplificadas por las estructuras jerárquicas de las organizaciones o por las redes de difusión. En el plano energético, el metabolismo del conductor de una máquina es despreciable en comparación con las fuerzas que puede desencadenar y controlar. Lo mismo ocurre con un gerente o con cualquier responsable de una gran organización. Es necesario pues, distinguir entre energía de fuerza y energía de mando. La energía de fuerza es la línea eléctrica y la corriente que calienta una resistencia; o la canalización de agua que produce presión en un punto dado para producir fuerza hidráulica. La energía de mando en cambio, se traduce por la acción del termostato o del grifo: es información. Un servomecanismo distribuye por sí mismo su energía de mando. Reparte las informaciones que gobiernan sus órganos de acción. Análogamente el responsable de una organización, debe ayudar al sistema que dirige a repartir su energía de mando. Y para ello, a construir bucles de retorno de las informaciones a los centros de decisión. En el marco de la empresa o en las estructuras del Estado, estos bucles de regulación se llaman: autogestión, participación o retroalimentación social.
Es quizás la falta de conocimiento y de aplicación de este extraordinario principio sistémico, por parte de los que gobiernan; la principal causa de los fracasos en la mayoría de las gestiones gubernamentales.En el caso específico de Venezuela, solamente se oye la voz de la población durante los procesos electorales y específicamente cuando se respetan los resultados legítimos. Los gobernantes de todas las tendencias políticas se han ocupado exclusivamente a prestarle atención a los estudios de popularidad e imagen, que tratan acerca de cómo son percibidos por la población a la que gobiernan, pero no le prestan atención alguna a la información relacionada con los distintos aspectos que afectan la vida de los ciudadanos.
La información relacionada con los problemas comunes que nos acosan, como la inseguridad, las deficiencias en la prestación de los servicios públicos y el encarecimiento de la vida, no son tomados en cuenta para hacer las correspondientes rectificaciones en la gestión. Y a pesar de que la Constitución de Venezuela, establece un esquema de Democracia Participativa y Protagónica; donde se debe de tomar en cuenta la retroalimentación de la ciudadanía, como elemento fundamental en el proceso de toma de decisiones; han transcurrido ya 17 años a partir de la puesta en vigencia de la nueva Constitución, sin que se implementen los mecanismos de participación social y se emplee la información que da la población para mejorar los problemas que la aquejan.
Tal y como funciona el termostato de un Sistema de Aire Acondicionado, que manda una señal al motor del compresor para apagarlo o prenderlo y de esta manera mantener un nivel óptimo de temperatura; las distintas instancias del poder en Venezuela: Central, Estatal y Municipal, deberían de procesar la información de retroalimentación suministrada por los ciudadanos que gobiernan, para mejorar sus respectivas gestiones. Ni siquiera los mensajes enviados por la población civil en las distintas protestas y manifestaciones, se escuchan, se procesan y se derivan en acciones que contribuirían a corregir las divergencias y a mejorar el funcionamiento de ese gran sistema llamado “Venezuela”. Las personas que aspiran ejercer cargos públicos deberían de conocer del contenido y del espíritu de este notable Mandamiento de los Sistemas, lo cual contribuiría de manera determinante en la eficacia y la eficiencia de sus gestiones respectivas.
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